¿Cómo ver los desperdicios?
Una de las mejores oportunidades de crecimiento laboral que he tenido ha sido estudiar en Japón.
Tuve la oportunidad de aprender sobre las técnicas de manufactura introducidas por el Sistema de Producción Toyota. El proceso fue extenso. Trabajamos durante varios meses de la mano de diversas fábricas aprendiendo todo sobre los conceptos y las claves de los sistemas esbeltos de manufactura.
Aprendimos todo lo necesario para aumentar la productividad y mejorar la calidad de diversos procesos. En el camino, nos llenamos de nombres como Lean manufacturing, Six Sigma, Control Total de la Calidad y mucho más.
Si bien, estas técnicas tienen muchos nombres, pasos, guías, certificaciones y cinturones, a fin de cuentas todas y cada una de ellas buscan contestar una simple pregunta:
¿Cómo puedo tener el proceso más conectado entre sus partes sin perjudicar la estabilidad del sistema?
En la práctica, esta simple pregunta es un rompecabezas nada trivial.
Los sistemas y procesos modernos son complejos, multifactoriales, interdependientes y conectados alrededor de complejas cadenas logísticas globales.
Al conectar diferentes procesos con diferentes entradas, parámetros de operación, salidas y diferentes manos, el problema se multiplica y la pregunta se convierte en un verdadero acertijo a resolver.
“El desperdicio más peligroso, es el desperdicio que no vemos” Shigeo Shingo
En Japón, la herramienta que funciona de maravilla para comprender los retos que tiene la cadena productiva se conoce como las 3 Mu’s. Estas son el marco de referencia creado para empezar a pensar en este problema de conexión y estabilidad. Siempre pensar en cómo eliminar Desperdicios, Sobrecarga y Variabilidad.
Esto funciona a la perfección en Japón. En mi opinión, se debe principalmente a factores culturales.
Los japoneses están acostumbrados a ver los desperdicios. Una de las características principales de la cultura japonesa es su capacidad de poner el bienestar de todos antes que el beneficio personal. Esto le permite a las personas ver lo que está mal para todos. Y una vez que tu problema es claro, las soluciones son simples.
Aquí en Latinoamérica, sin embargo, tenemos un serio problema de miopía. Primero que nada, partimos de una realidad diferente. Nuestra cultura, altamente influenciada por el individualismo estadounidense nos lleva a “cuidar nuestro rancho”. El contexto histórico y cultural aumenta la ceguera de taller que inunda todas las empresas. Los desperdicios se nos esconden entre la realidad.
Mi propuesta para adueñarnos de esta forma de pensar es sencilla, sin embargo no es fácil.
El primer paso para cambiar nuestra forma de pensar en la empresa parte de comprender que el único bien en la empresa, es el bien común. Si es bueno para la empresa, es bueno para todos. Lograr que esta comunicación se despliegue depende de un correcto despliegue estratégico.
Sin embargo, el segundo paso depende de la persona. Si bien los 7 desperdicios y las 3 Mu’s son una formulación japonesa para entender un problema, nos hace falta una forma latinoamericana de hacerlo.
Mi propuesta es sencilla, aplicando 2 simples preguntas, podremos entender si nuestro proceso está generando desperdicios y es sujeto a implementar un proceso de mejora. Dos simples preguntas:
- ¿Debería moverse y está quieto?
- ¿Se mueve más de lo que debería?
Estas dos simples preguntas nos ayudarán a encontrar oportunidades para eliminar desperdicios. Y con el objetivo claro, la solución se vuelve evidente.
¿Debería moverse y está quieto?
Esta pregunta busca comprender si tenemos capacidad no utilizada. Si tienes un proceso (físico o digital) que debería moverse y no se mueve, tienes un candidato a mejorar.
Profundizando en las causas, seguramente encontrarás procesos mal diseñados, problemas de transporte, balanceo o flujo. Esta pregunta nos ayuda a identificar desperdicios de inventario, sobreproducción, defectos y más. Si bien, puede parecer una sobresimplificación, es el lugar desde el cual debes partir al momento de hacer tu próxima Gemba Walk.
¿Se mueve más de lo que debería?
La segunda pregunta busca atacar el otro lado de la ecuación. ¿Tienes acaso un proceso que está sobreproduciendo? ¿Tienes un proceso capaz de hacer más de lo que se necesita, cuando se necesita y en la cantidad que se necesita?
También, esta pregunta nos ayuda a comprender si las máquinas que están operando sufren de descomposturas o defectos.
Primero ver, para luego arreglar
Si bien, estas dos preguntas nos ayudan a comprender la realidad, no son la panacea para comprender a profundidad todos los problemas. Para ello es recomendable seguir el proceso de PHVA, encontrar las causas raíz y solucionar los problemas de fondo.
Si bien, no son una solución completa, nos ayudan a lo más importante: a ver los desperdicios. Y al igual que Neo en la Matrix, una vez que tomamos la píldora roja, nunca veremos al mundo de la misma forma.