Un desafío para la alta dirección, los mandos intermedios y los facilitadores en general, consiste en focalizar los esfuerzos individuales para alcanzar los objetivos organizacionales. Los factores que inciden en el rendimiento de los individuos trascienden de sus conocimientos en las tareas que desempeñan, e integran factores como el comportamiento de las personas, que requiere, además de instrucciones precisas, motivación, coordinación y relaciones de trabajo enriquecedoras e incluyentes.
Las organizaciones, en aras de enfrentar estos desafíos, reconocen que sus colaboradores precisan de una dirección efectiva, que se logra a través de la aplicación de Habilidades Gerenciales.
Hoy por hoy es común que las organizaciones reconozcan que no solo la alta dirección, los mandos intermedios y los facilitadores en general, requieren del dominio de Habilidades Gerenciales, y es por ese motivo que los principios generales de gerencia efectiva conciernen a todos los colaboradores.
Las habilidades gerenciales son un conjunto de aptitudes y destrezas que le permiten a un individuo alcanzar su máxima efectividad y llevar a su equipo al máximo desempeño. Del mismo modo, le permite manejar con solvencia las distintas situaciones que se le presenten diariamente, con una comunicación efectiva incrementando la coordinación de su grupo de trabajo, lo cual se refleja en los resultados de la organización.
Desde nuestra posición debemos aprender a cuidar y estimular la autoestima y la autoconfianza de nuestros colaboradores, y en general de las personas con las cuales nos relacionamos, de manera tal que se mejore el desempeño de estos y mejore la percepción que estos tienen de nuestro comportamiento.
Antes de conocer las pautas para aplicar este principio, debemos considerar que la valoración que hagamos a las personas constituye un efecto reforzante en el ciclo de desempeño, tanto si la valoración es positiva, como si la valoración es negativa:
Algunas claves para llevar a cabo este primer principio son:
Las organizaciones son un claro ejemplo de la diversidad de personas, de objetivos, de costumbres y de comportamientos. En este orden, existen comportamientos que a juicio de los valores de la organización, y de los objetivos que persigue, pueden considerarse como deseados, del mismo modo en que existen una serie de comportamientos que pueden considerarse como indeseados.
Esta serie de comportamientos requieren, en el caso de ser deseados un estímulo de manera tal que se preserven, y en caso de ser indeseados, requieren de medidas de contención, de tal manera que se disminuyan. Claramente, atajar una conducta no deseada es una tarea poco sencilla, y se constituye en un principio de gerencia efectiva lograr el objetivo de «ser duro con los hechos, y suave con las personas».
La principal tarea que tenemos consiste en lograr que las personas no perciban que están siendo juzgadas, de tal manera que se concentre en el tema que se está tratando, y no en el cómo lo están viendo, o en el cómo puede verse mejor, que son estrategias de defensa. Tenemos que tener absoluta claridad en el hecho de que las relaciones con las personas no forman parte de una partida de ajedrez, las personas tendemos a adoptar este tipo de estrategias de defensa cuando nos sentimos evaluados, controlados, cuando sentimos que algo están tramando con nosotros, cuando son indiferentes, cuando notamos que quieren intencionalmente mostrarse superiores, o cuando las personas son inflexibles.
Algunas claves para llevar a cabo este principio son:
Alguna vez se ha preguntado: ¿Qué fue lo que me dijo? Pues bien, además de que los mensajes son más complejos de lo que nos imaginamos, es común que en la práctica tendamos a olvidarnos de gran parte de la comunicación que captamos, ya sea por interés, por salud o por algún síndrome de mente dispersa.
Tal como hemos podido ver, la comunicación es muy susceptible de afectarse, y esto impacta poderosamente la eficacia de un grupo de trabajo. Los principios de atención empática, nos permiten captar la totalidad de los mensajes que nos envían, y esto incluye información, sentimiento e intención. Si tenemos la información, posiblemente tenemos la comprensión, y esto aumenta nuestra capacidad de influir en el desempeño.
Lo primero que debemos reconocer es que atender es mucho más que un proceso sensorial, atender es un proceso intelectual y emocional, y como tal requiere de nuestro análisis, y de nuestra reflexión. Atender con empatía parte del principio de colocarnos en el lugar del otro, de tal forma que podamos comprender lo que piensa, lo que siente y lo que nos quiere transmitir.
Algunas claves para llevar a cabo este principio son:
Ha escuchado alguna vez: «Aquí nada se mueve sin que yo lo ordene», pues bien, este tipo de pensamientos de oposición a la participación están cada vez más mandados a recoger. Los modelos de gestión más utilizados proponen espacios de participación, de autodirección, de empoderamiento, de colaboración para la toma de decisiones, de tal forma que ya no sea un selecto grupo el que piense para que el grosor de la organización ejecute. Recuerde que en el conocimiento de las personas que forman parte de la compañía se encuentra un gran capital, y que al desconocerlo se incurre en un grave desperdicio.
Si usted tiene personas a cargo recuerde que un buen líder no necesariamente hace todo, un buen líder soporta y facilita el plan que se ocupa de los problemas, y hoy por hoy, los líderes deben tener la habilidad de incluir y hacer partícipes de la solución de los problemas a los colaboradores. Aquí un ejemplo de las actividades en las cuales usted puede involucrar a las personas con las cuales trabaja:
Este principio debe considerarse desde dos perspectivas; la primera nos indica que los individuos que presentan un buen desempeño y no son reconocidos por ello, tienden a disminuir la calidad de su rendimiento; la segunda nos hace pensar en que el desempeño positivo en sí, no debe considerarse una virtud, es el cumplimiento de un compromiso adquirido, que además tiene una retribución contractual. La habilidad gerencial que permite desarrollar este principio logra crear un escenario en el que se reconozca un desempeño superior, no solo positivo, sino superior.
Algunas claves para desarrollar este principio:
Recuerde tratar a las personas y colaboradores como talentos, no solo como recursos, es tarea de todos que cada persona reconozca su misión en la compañía, del mismo modo que sepa como alinear sus objetivo individuales para la consecución de los objetivos organizacionales.
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